11 Via Crucis

   + Introducción sobre los sufrimientos de Cristo a causa de los pecados de todos. La pasión de Cristo continua hoy entre nosotros. Es la pasión del HOMBRE. + En cada estación: Enunciado de la estación. Breve texto de las Escrituras. "Es palabra de Dios". Reflexión personal aplicada a la vida.

"Te adoramos Cristo y te bendecimos - porque por tu santa Cruz redimiste al mundo"

+ Se van pasando la cruz y la vela en cada estación.

Primera Estación: Jesús es condenado a muerte

"El Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron y a quien negaron ante Pilato cuando éste quería ponerlo en libertad. Ustedes renegaron del Santo y del Justo y pidieron como gracia la libertad de un asesino, mientras que al Señor de la Vida, lo hicieron morir". Libro de los Hechos de los Apóstoles 3,13-15.

Jesús es condenado a muerte. Pilato pretende ponerlo en libertad, pero el grupo fluyente presiona para que o maten. Pilato no quiere jugarse el puesto y se lava las manos, dejando que los poderosos hagan lo que quieran. Le interesa más su seguridad que la justicia.
Hasta aquí la historia que ahora revivimos en este Via Crucis. Y la hacemos nuestra.

¿Actuamos como los poderosos, condenando injustamente a otros con nuestros hechos, nuestras palabras o nuestros chismes?
¿Hay algo de Pilato en nosotros?
¿Nos lavamos las manos ante la injusticia, dejándonos llevar por el "no te metás" para no complicarnos la vida?
¿Nos preguntamos si la verdadera razón de la condena de Jesús no es nuestra cobardía respecto de El y de su Evangelio?

Segunda estación: Jesús lleva la cruz sobre sus hombros.

"Entonces Pilato les entregó a Jesús para que fuera crucificado. Ellos se apoderaron de Jesús y lo llevaron con su cruz a cuestas a un lugar llamado la Calavera, que en hebreo se dice Gólgota". Evangelio según San Juan 19, 16-17.

Con los maderos sobre los hombros, Cristo marcha hacia el Gólgota. En la cruz lleva el peso de todos y cada uno de nuestros pecados. Es inmensamente pesada, pero la lleva con firmeza porque sabe que así nos puede purificar de todos los pecados. El, como Dios que es, podría haber rechazado la cruz y el sufrimiento con toda su dureza, y sin embargo lo acepta por amor a cada uno de nosotros.

¿Cómo vivimos las cruces reales que la vida nos presenta?
¿Las llevamos adelante con fortaleza y amor sabiendo que son un medio para unirnos más a Jesús y compartir con El la misma suerte?

Tercera estación: Jesús cae por primera vez

"Jesús llamó a la gente y a sus discípulas y les dijo: si alguno quiere seguirme niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque si alguno quiere salvar su vida, la perderá, en cambio si pierde la vida por mi y por el Evangelio, la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde su vida?". Evangelio según San Marcos 8, 34-36.

Para Jesús la cruz no es un ideal, un objetivo o algo que deba buscarse, sino tan sólo el medio adecuado para salvarnos. Por eso la carga con amor, olvidándose de sí mismo y pensando en cada uno de nosotros. El peso de los leños es inmenso para sus pobres fuerzas de hombre y cae para levantarse en seguida y continuar la marcha. Y así, con un amor fiel, nos enseña cuál es el camino: "Si alguno quiere seguirme olvídese de sí mismo, tome su cruz y sígame".

¿Meditamos con frecuencia acerca de qué significa ser "cristiano", es decir, seguidores de Cristo?
¿Estamos convencidos que si queremos salvar nuestras vidas "egoístamente" las estamos perdiendo?
¿Somos capaces de abrazar con amor fiel nuestras propias cruces?
¿Y, cuando tropezamos, nos desanimamos o cometemos pecado, reaccionamos en seguida y nos levantamos arrepentidos para seguir adelante?

Cuarta estación : Jesús encuentra a María

"En una oportunidad, su madre y sus parientes fueron a ver a Jesús, pero no podían acercársele porque había mucha gente. Le dijeron: Tu madre y tus parientes están afuera y quieren verte. Pero Jesús les respondió: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican". Evangelio según San Lucas 8, 19-21.

Jesús se encuentra con su madre. Ella sufre el dolor de su Hijo y siente la impotencia de no poder hacer nada por El. Como madre que sabe querer, respeta su decisión de morir por nosotros. Pero ese respeto profundo no deja de destrozarla. Sabe que no puede aferrarse a su Hijo como si fuese su propiedad exclusiva, sino que El es de todos aquéllos "que escuchan la Palabra de Dios y la practican".

¿Sabemos acudir a María nuestra Madre?
¿Aprendemos de ella ese respeto profundo por la libertad de los demás, incluso de su propio Hijo?
¿Tenemos en cuenta que cuando escuchamos la Palabra de Dios y la vivimos somos de verdad hermanos de Jesús?

Quinta estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz

"Ayúdense mutuamente, hermanos, a llevar sus cruces, y así cumplirán la ley de Cristo. Si alguien se cree ser algo, cuando no es nada, él mismo se engaña. . Oue cada uno examine su propia conducta. . . Cada uno tendrá que responder de sus propias obras". Carta de San Pablo a los Gálatas 6, 2-5.

La sencillez de Jesús se muestra espontáneamente una vez más. Los maderos pesan y se deja ayudar. No presume tener más fuerzas de las que en realidad tiene. La auténtica humildad, consiste en no engañarnos y reconocer nuestra propia verdad.

¿Nos dejamos ayudar por los demás para salir adelante en las dificultades de nuestra vida?
¿Tratamos de compartir el dolor, la enfermedad, la desocupación y las contrariedades de los otros, buscando aliviarlos, alentarlos y ayudarlos?
¿Somos sencillos y humildes, no presumiendo ser más o menos de lo que en realidad somos? ¿Pedimos a Jesús que sea nuestro Cirineo?

Sexta estación: Una mujer piadosa seca el rostro de Jesús

"Muchos quedaron espantados al verlo, pues su cara estaba tan desfigurada que ya no parecía un ser humano. . . no tenía gracia ni belleza, para que nos fijáramos en El. . . Despreciado y tenido como la basura de los hombres, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara, estaba despreciado, y no hemos hecho caso de El. Sin embargo, eran nuestras dolencias las que El llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban. . . . Isaías 52,14; 53, 2-4.

Mirar el rostro de Jesús sufriente mueve a compasión. La Palabra de Dios nos dice que "eran nuestras dolencias las que El llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban". Es un paso importante llegar a sufrir compasión por Jesús sufriente, pero no basta la compasión. El está así por amor a ti, a mi y a todos.

¿Le respondemos también con amor? ¿Tenemos conciencia de que todo lo que hacemos por el más pequeño de nuestros hermanos se lo estamos haciendo a El? ¿De verdad secarnos el rostro de Cristo en los rostros de nuestros hermanos desfigurados por la enfermedad, el abandono, las torturas, la angustia, la soledad o las injusticias?

Séptima estación : Jesús cae por segunda vez

"Has sido tratado como un culpable a causa de nuestras rebeldías, y echado en tierra, aplastado por nuestros pecados. El soporta el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados". Isaías 53, 5.

A pesar de la ayuda del Cirineo, Jesús cae nuevamente. Nos resulta difícil imaginar cuántos pecados y cuántas miserias pesaban sobre su cruz. El cae aplastado por nuestros pecados y se levanta.
Quiere entregar no sólo hasta la última de sus fuerzas físicas sino toda la vida por amor a cada uno de nosotros, pecadores.
Ya no podemos tener dudas de que "se hizo en todo semejante a nosotros, menos en el pecado". Y no teniendo pecado, "ha sido tratado como un culpable, a causa de nuestras rebeldías". Así realizó Jesús el gran misterio de nuestra redención, de nuestra salvación o liberación definitiva.

o ¿Sentimos necesidad de ser salvados por Cristo?
o ¿Tratamos de unirnos intensamente a El para recibir su salvación?
o ¿Buscarnos seriamente de evitar el pecado que nos esclaviza y embrutece, a la vez que aplasta a Jesús haciendo más pesada su cruz?

Octava estación: Jesús consuela a las mujeres que lloran por El

"Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por El. Jesús, volviéndose hacia ellas, les dilo: Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos". Evangelio según San Lucas 23, 28.

Continúa el camino hacia el Gólgota. Mucha gente lo sigue, golpeándose el pecho y lamentándose por El. Jesús reacciona con dulzura: no basta lamentarse, es necesario cambiar de vida. No es Jesús quien merece lástima, sino que nosotros somos los verdaderos miserables.
Pongamos las cosas en su lugar. Es necesario jugarse el todo por el todo. No son posibles las componendas, las medias tintas. Se está en la verdad o se está en la mentira; con el amor o contra el amor que en realidad es odio; con la justicia o con la injusticia.

o ¿Estamos decididos a cambiar?
o ¿En qué situaciones o hechos de nuestra vida se podrá ver ese cambio?
o Cuando nos dolemos por los otros, ¿hacemos algo para modificar aquellas cosas que les hacen sufrir?

Novena estación: Jesús cae por tercera vez

"Si al hacer el bien tienen que sufrir y lo soportan, esa es una gracia ante Dios. A esto han sido llamados, pues Cristo también sufrió por ustedes, dejándoles un ejemplo con el fin de que sigan sus huellas". Primera carta del Apóstol San Pedro 2,20-21.

Jesús ya no da más. Por tercera vez cae. El camino se ha hecho muy largo y los golpes de las dos caídas anteriores lo acabaron de destrozar. Marcha hacia la cruz para salvarnos y por hacer el bien sufre enormemente. Se levanta y continúa.
Como cristianos estamos llamados a seguir el mismo camino que Jesús. Estemos seguros que siempre Dios nos dará las fuerzas que necesitemos. No temamos. ..

o ¿Nos extrañamos de tener que sufrir por hacer el bien?
o ¿Nos desanimamos cuando se nos hace pesado perseverar con fidelidad en las buenas obras, debido a las ofensas y desentendimientos con otras personas?
o ¿Estamos decididos a tomar ejemplo de Jesús para seguir sus huellas?

Décima estación: Desnudan a Jesús de sus vestiduras

"Cuando los soldados pusieron en la cruz a Jesús, se repartieron su ropa en cuatro partes iguales, una para cada soldado. Se apoderaron también de su túnica, que era Sin costura, de una sola pieza. Se dijeron entre ellos: no la rompamos, mejor la sorteamos a ver de quién será. Así se cumplió una profecía que dice: Se repartieron mi ropa y sortearon mi túnica". Evangelio según San Juan 19, 23-24.

Desnudan a Jesús delante de todos. Se reparten los vestidos y con avaricia sortean la túnica entera. La sed de tener más es insaciable. Nada importa ese hombre sangriento y destrozado que está a punto de morir. El tener más cosas es más importante que el cuidado de las personas.

  • ¿Cómo actuamos nosotros?
    · ¿Qué precio pagamos y hacemos pagar por las cosas que tenemos o ansiamos?
    · Ante la mirada del Cristo desnudo preguntémonos si no estamos despojando a otros; si no los desnudamos con nuestras miradas, nuestros bajos deseos, nuestros comentarios, difamaciones y criticas.
    · ¿Dónde queda el respeto a las personas; o es que lo material, lo sensual y en el fondo, el egoísmo, nos dominan?

Undécima estación: Clavan a Jesús en la cruz

"Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera lo crucificaron a El y a dos malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Mientras tanto Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".Evangelio según San Lucas 23, 33.

La tortura del camino con sus tres caídas, el despojo de las ropas en público, fueron el duro preludio del momento en que los clavos atraviesan el cuerpo de Jesús.
No hay odio en su corazón. Moribundo, se preocupa de los dos malhechores, infortunados compañeros de suplicio. Y para quienes lo crucificaron sólo tiene palabras de misericordia : "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Su ejemplo es impresionante.

o ¿En medio de las dificultades, nos preocupamos de los más despreciados como Jesús lo hizo con los malhechores?
o ¿Tenemos presente que Jesús nos pide que amemos incluso a nuestros enemigos, y para amarlos es preciso primero perdonarlos de corazón?

Duodécima estación: Jesús entrega su vida por amor a nosotros

"Desde el mediodía hasta las tres de la tarde se cubrió de tinieblas la tierra. Cerca de las tres, Jesús gritó con fuerza: EIí, EIí, lamá sabactani. Lo que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? . . . Entonces, Jesús, gritando de nuevo con voz fuerte entregó su espíritu". Evangelio según San Mateo 27,45-46; 50.

Para un hombre no hay momento más dramático que el de la muerte. El tránsito de esta vida a la eternidad produce un desgarrón profundo.
Quienes fuimos testigos de la muerte de un ser querido lo sabemos. Y ahora delante nuestro, está Jesús muriendo.
Su muerte, siendo tremenda, es distinta porque entrega su vida por ti, por mi y por todos. Nadie se la quita. El libremente la ofrece para que tengamos vida.

  • Ante la muerte de nuestro Salvador, ¿solamente nos dolemos o también tratamos de que tenga un influjo positivo en nuestras vidas?
    · ¿Cada vez que miramos a Cristo crucificado nos ayuda a ser mejores?
    · ¿Tratamos de imitar a Jesús dando nuestro tiempo, nuestro amor, nuestra vida entera a los demás?

Decimotercera estación: Los discípulos bajan de la cruz el cuerpo de Jesús

"Cristo, que era de condición divina, no se aferró celoso a su igualdad con Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Habiéndose comportado como hombre, se humilló obedeciendo hasta la muerte, y muerte en una cruz. Por eso Dios lo engrandeció y le concedió un nombre que está sobre todo otro nombre. Para que ante el nombre de Jesús todos se arrodillen en los cielos, en la tierra y entre los muertos. Y que toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para la gloria de Dios Padre". Carta de San Pablo a los Filipenses 2,6-11.

La misión salvadora de Jesús no termina con su muerte; continúa en su resurrección y alcanzará la plenitud cuando El se haga presente al fin de los tiempos para juzgar al mundo.
Entretanto, a nosotros nos queda convertirnos a ese Cristo que sigue viviendo resucitado; a ese Cristo que nos hace presente la Palabra de Dios en esta estación.
¿Aceptamos nuestra condición humana con sus limitaciones e impotencias? Jesús la aceptó en todo menos en el pecado. El no tuvo ningún pecado. Nosotros, corno somos pecadores, necesitamos preguntarnos:

  • ¿Estoy dispuesto a convertirme?
    · La confesión - como sacramento - es el mejor modo de comenzar a reencontrarse con Jesús y con los demás. ¿Qué espero para acercarme como penitente a un sacerdote?

Decimocuarta estación: Entierran a Jesús en un sepulcro nuevo

"José, del pueblo de Arimatea, se presentó a Pilato. . . y le pidió autorización para retirar el cuerpo de Jesús y Pilato se lo con-cedió; vino y retiró el cuerpo de Jesús. . . Cerca del lugar donde lo crucificaron, había un huerto y en el huerto un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado. Aprovecharon entonces ese sepulcro cercano para poner ahí el cuerpo de Jesús". Evangelio según San Juan 19, 38; 41-42.

José de Arimatea tramita ante Pilato la sepultura de Jesús. Será breve. Al tercer día resucita venciendo la muerte. Y desde entonces todos tenemos la posibilidad de vivir para siempre -más allá de la partida terrenal- en compañía de Dios y de todos los hombres.

o ¿Rezamos por nuestros queridos difuntos y nos apoyamos en su ejemplo?
o ¿Cómo anda nuestra esperanza?
o ¿Tomamos las decisiones pensando en la eternidad?
o ¿En los momentos de sufrimiento, desánimo o cansancio, permitimos que Jesús vivo nos ayude?

15º estación: La cruz vacía 

  Oración de la noche en la capilla

Se presenta la cruz vacía. Se explica el significado de la misma.
Se habla del resucitado.
Se dice que Alguien que sabía muy bien que se habían retirado y porqué, les escribió una carta. Se lee la "carta de Jesús" y en el encabezsamiento que dice "querido amigo" se reemplaza la palabra "amigo" por el nombre de cada "seguidor".

Se invita a cada uno a aprovechar la noche de retiro para responderle a Jesús, en forma personal, desde lo hondo de nuestro corazón.

Querido Amigo:

Te escribo desde mi cruz a tu soledad, a vos que tantas veces me miraste sin verme y me oíste sin escucharme. A VOS, que tantas veces prometiste seguirme de cerca, y sin saber por qué, te distanciaste de las huellas que dejé en el mundo para que no te perdieras. A vos, que no siempre creés que estoy con vos; que me buscás sin hallarme y a veces perdés la fe sin encontrarme; a vos, que a veces pensás que soy un recuerdo y no comprendés que estoy vivo.

Yo soy el principio y el fin: soy el camino para no desviarte, la verdad para que no te equivoqués y la vida para no morir. Mi tema preferido es el amor, que fue mi razón para vivir y para morir: Yo fui libre hasta fin, tuve un ideal claro y lo defendí con mi sangre para salvarte.

Fui maestro y servidor; soy sensible a la amistad y hace tiempo que espero que me regalés la tuya. Nadie como yo conoce tu alma, tus pensamientos, tu proceder, y se muy bien lo que valés. Sé que quizás tu vida te parezca pobre a los ojos de Dios, que tenés mucho para dar; y estoy seguro que dentro de tu corazón hay un tesoro escondido: conocete a vos mismo y me harás un lugar a Mi. Si supieras cuánto hace que golpeo las puertas de tu corazón y no recibo respuesta.

A veces también me duele que me ignorés y me condenés como Pilatos; otras que me negués como Pedro, y que otras tantas me traicionés como Judas.

Y hoy, te pido paciencia para tus padres, tolerancia para los ancianos, comprensión para todos tus hermanos, compasión para el que sufre, servicio para todos. Quisiera no volver a verte egoísta, orgulloso, rebelde, disconforme, pesimista. Desearía que tu vida sea alegre, joven y cristiana.

Cada vez que sientas que aflojás, buscame y me encontrarás; cada vez que te sientas cansado, hablame, contame. Cada vez que creas que no servís para nada no te deprimas, no te creas poca cosa, no olvidés que yo necesité de un asno para entrar en Jerusalén y necesito de tu pequeñez para entrar en el alma de tu prójimo. Cada vez que te sientas solo en el camino, no olvidés que estoy con vos. No te cansés de pedirme que Yo no me cansaré de darte, no te cansés de seguirme que Yo no me cansaré de acompañarte, nunca te dejaré solo. Aquí a tu lado me tenés, estoy para ayudarte.

Te quiero mucho, TU AMIGO JESUS.

Querido Amigo Jesús, en esta noche de retiro, yo quiero contestarte, solo entre Vos y yo, desde lo hondo del corazón...


(opcional)

+ 15ª estación: Jesús vive en la Iglesia.

Terminado el Vía Crucis, se pueden leer las PALANCAS (Jesús VIVE en sus discípulos, que nos acompañan esta noche para que vivamos un encuentro profundo con El...) (O bien mañana después de "María en mi camino")

Justino Fernández
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