14 Iglesia y SACRAMENTOS (vid y sarmientos)

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7ª meditación: alegoría de la vid y los sarmientos (Jn.15,1-17)

Cristo resucitado vive en los hermanos, en la comunidad que llamamos Iglesia. Su Gracia, su savia, su Espíritu, nos llega a través de los sacramentos, signos visibles y eficaces de la vida nueva que estamos llamados a compartir con El.

La Iglesia no son los "curas y las monjas". Ellos son parte, pero no el todo. La Iglesia no es el templo: allí se suele reunir la Iglesia.

1. Misi6n de Jesús

No podemos entender la Iglesia separada de Cristo. No podemos creer en Cristo sin creer en la Iglesia. LA IGLESIA ES LA PRESENCIA VISIBLE ENTRE LOS HOMBRES DE CRISTO RESUCITADO. Es la COMUNIDAD DE LOS QUE DAMOS TESTIMONIO DE EL . No es un templo hecho de ladrillos. Es un templo hecho de CORAZONES.
Jesús viene al mundo para ANUNCIAR LA BUENA NOTICIA DE LA SALVACION a todos, pero en especial a los pobres y afligidos (Lc. 4, 18-43). Anuncia un REINO (= Reinado o soberanía de Dios) tan importante, que en su comparaci6n, todo lo demás deja de tener valor (Mt.6,33).
Nos habla de su Ley y de sus exigencias (Mt.5-7); de la vigilancia y fidelidad requeridas a quienes esperamos su Venida definitiva (Mt.24-25).

La sa1vación que trae es LIBERACION DE TODO LO QUE OPRIME AL HOMBRE, sobre todo del PECADO; por eso es BUENA NOTICIA, EVANGELIO.El inaugura el Reino definitivo con su Muerte y Resurrecci6n. Es el "primogénito de la nueva creaci6n".

2. La Iglesia, Reino de Dios

Quienes reciben con sinceridad la Buena Nueva, mediante la FE, se reúnen en el nombre de Jesús para BUSCAR juntos el Reino, CONSTRUIRLO, VIVIRLO. Ellos constituyen una comunidad EVANGELIZADA y a la vez EVANGELIZADORA (Mt. 28, 18).

La Buena Nueva del Reino (del Amor, la Justicia y la Paz) es para TODOS los hombres de TODOS los tiempos. Aquellos que ya la han recibido y que están reunidos en la COMUNIDAD DE LOS CREYENTES (=Iglesia), pueden y deben VIVIRLA, COMUNICARLA y DIFUNDIRLA.

La Iglesia nace de la predicación de los apóstoles (hechos 2, 41-47). Permanece en el mundo como un SIGNO (SACRAMENTO) de la presencia espiritual de Cristo y su Evangelio; lo prolonga y continúa en la historia, "hasta que vuelva".

3. Iglesia evangelizada

En la Iglesia, la vida íntima (ORACION - PALABRA - EUCARISTIA - CARIDAD FRATERNA: (Hechos 2, 42-46; 4, 32-35; 5, 12-15) tiene pleno sentido cuando se convierte en TESTIMONIO, y se hace predicación y anuncio de la Buena Nueva..
Evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a si misma. Comunidad de creyentes, comunidad de esperanza vivida y compartida, comunidad de amor fraterno; tiene necesidad de ESCUCHAR SIN CESAR lo que debe creer; las RAZONES para esperar; el MANDAMIENTO NUEVO del amor. Pueblo de Dios inmerso en el mundo, y con frecuencia tentado por los falsos dioses, necesita saber proclamar la grandeza del amor de Dios (1 Pe. 2,9) y ser siempre de nuevo convocada y reunida por El.
La Iglesia es depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada (Lc.l0,16).

¿Cómo va a ser posible AMAR A CRISTO, sin AMAR A LA IGLESIA, "por la que Cristo entregó su vida"? (Ef. 5,25).

4. La Iglesia entera es misionera

Toda la Iglesia está llamada a evangelizar, a construir el Reino, la "nueva civilización del amor"; pero en su seno tenemos que realizar diferentes tareas.
El Señor confía a sus APOSTOLES, en primer lugar, la MISION DE LA PALABRA; El los ha elegido (Jn.15, 16; Mac.3, 13-19; Lc. R, 13-16). El los envía como TESTIGOS y MAESTROS AUTORIZADOS del Mensaje de salvación. y los Doce han enviado a su vez a sus SUCESORES, los OBISPOS. El sucesor de Pedro es el Papa, que preside la UNIDAD DE TODAS LAS IGLESIAS.
A los Obispos se asocian por el sacramento del Orden Sagrado los PRESBITEROS (=sacerdotes) que presiden las comunidades cristianas y celebran la Eucaristía.
Y los DIACONOS, que por el servicio de la Palabra y de la Caridad, las animan y forman.
Todos ellos están al SERVICIO del Pueblo de Dios, para que todos nosotros, LAICOS, podamos animar cristianamente la vida del mundo y hacerlo más REINO DE DIOS.
Entre los laicos, hay algunos que deciden consagrarse al testimonio de la fe, a la oración, y a la caridad practicada viviendo en comunidad: son los RELIGIOSOS.

Esta es la Iglesia. Presencia misteriosa, pero real, del Cristo vivo en medio de los hombres. Pueblo en marcha a través de la historia, hacia la Pascua definitiva. Instrumento del Evangelio para todos. Comunidad de FE, ESPERANZA Y AMOR; pero hecha de hombres limitados y pecadores.
EN ESTA IGLESIA, VOS TENES TU PROPIO LUGAR. VOS SOS IGLESIA. EL SEÑOR CONFÍA EN VOS. ¿SERAS CAPAZ DE RECHAZAR SU PROPUESTA? ¿DE DEJAR VACÍO TU LUGAR?

5. La Iglesia, sacramento de Cristo

Dios, que se había revelado a los hombres por sus elegidos y profetas, SE HACE HOMBRE PARA SIEMPRE EN JESUCRISTO (Jn.l,14). Cristo es Dios amando, sufriendo, viviendo en cuerpo de hombre.
Cristo es la REVELACION HUMANA DE DIOS, el gran SACRAMENTO DEL PADRE: signo eficaz y sensible de la presencia salvadora de Dios entre nosotros (Jn.14, 1-11).
La Iglesia es el SACRAMENTO DE CRISTO, porque a través de sus estructuras y de sus miembros humanos, HACE PRESENTE la realidad invisible y eficaz de CRISTO RESUCITADO en medio de la historia.
En la Iglesia, nos encontramos con Cristo a través de los sacramentos. Estos son los GESTOS SENSIBLES Y EFICACES DE CRISTO MISMO. Porque Dios quiere seguir salvando a los hombres por medio de los hombres. Porque desde la Encarnación, Dios mismo se hizo HOMBRE para siempre.

Bautismo. Al derramar agua sobre el bautizando y pronunciar las palabras "yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo", Cristo nos incorpora a su CUERPO VISIBLE QUE ES LA IGLESIA; nos comunica su Espíritu y nos hace HIJOS DE DIOS. Un bautizado es un elegido de Dios para ser, en la tierra, OTRO CRISTO. Un HOMBRE NUEVO. ¡Pero cuántas veces ese hombre nuevo se muere por falta de alimento! !Cuántos cadáveres ambulantes de cristianos muertos en su fé, caminan por nuestras calles! ¿No has sido, tal vez, uno de ellos?
Por el bautismo, somos injertados en la vid que es Cristo. ¡Pero cuantas ramas secas que andan por el mundo! Nos bautizan muchas veces por costumbre, pero es como hacer nacer a un niño para dejarlo después morir de hambre. Sin una educación en la fé, sin el ejemplo y el testimonio de la familia, esos niñitos bautizados crecerán como si no lo estuvieran, y nunca llegarán a descubrir la vocación que en su corazón plantó Dios por el don de su Espíritu en Jesucristo.
Confirmación. No puedo llamarme plenamente cristiano mientras no asuma ANTE TODA LA COMINIDAD DE MIS HERMANOS EN LA FE, el compromiso de ser, hasta la muerte, TESTIGO DE CRISTO, CONSTRUCTOR DE SU REINO, de la Nueva Civilización del amor. El me da su FUERZA ESPIRITUAL.
El Obispo, sucesor de los apóstoles, me envía como misionero y testigo. Es el sacramento de la confirmación. Si no lo he recibido, debe ser mi primer compromiso en este Camino: prepararme para recibirlo.
Por la confirmación, somos consagrados para ser testigos de Cristo, para dar muchos frutos. Cristo nos necesita, y nosotros lo necesitamos a él para que se multipliquen los frutos que hagan posible la nueva civilización del amor.

Penitencia.
Nosotros creemos siempre que la religión consiste en lo que hacemos por Dios. Y no es así. ES LO QUE HACEMOS POR Y CON LOS HERMANOS (I Jn.2, 7-11; 3,10-20; 4, 20-21).

Por eso, nuestro pecado no es una ofensa a Dios; es una ofensa a nuestros hermanos, a la comunidad, a todos los hombres, que tienen derecho a esperar de nosotros el bien, no el mal ; EL AMOR, no el odio. . Por eso pedimos perdón a Dios, PERO TAMBIEN A NUESTROS HERMANOS. Al Cristo que sigue estando visiblemente con nosotros en el sacerdote, en la Iglesia; esto es lo que celebramos en el sacramento de la reconciliación o penitencia.
Por la penitencia, nos podamos de los gajos y hojas muertas y retomamos la savia del Espíritu para poder dar frutos en un amor siempre renovado, pero también siempre necesitado de curación espiritual.
Importancia de una confesión frecuente (por ejemplo, una vez al mes, o en la víspera de las fiestas... sobre todo en ADVIENTO y CUARESMA) . Preparar la Misa de cada semana con la PENITENCIA de los viernes (día especial para la oración, la reflexión, el sacrificio personal en favor de los mas necesitados, la confesión...).

Eucaristía. En el camino del mundo, camino de muerte, odio, egoísmo, violencia, la MISA es la PRESENCIA PERMANENTE de Cristo como prenda de perdón y segura esperanza. Recuerdo de la PASCUA de Jesús, MEMORIAL DE SU ULTIMA CENA, la hace presente entre nosotros.

En la Misa, nos incorporamos a la Nueva Humanidad de Cristo; tomamos fuerzas para seguir adelante; gustando de antemano, en los signos del Pan y el Vino compartidos, en la asamblea de los hermanos reunidos, en la Palabra proclamada, EL BANQUETE ETERNO DEL REINO DE DIOS. Sin Misa, no hay comunidad; sin comunidad, no hay Iglesia; sin Iglesia, no hay Cristo visible en el mundo. ¿Entendemos la importancia esencial de VIVIR LA MISA al menos cada semana, en el DIA DEL SEÑOR?

Pero no olvidemos que la única señal de que hemos participado verdaderamente en la Misa, es sentir, a la salida, que amamos un poco más a los hermanos; y que estamos, un poco mas, dispuestos a ser instrumentos de Cristo para la COMUNION DE TODOS LOS HOMBRES EN EL AMOR.

En cada misa, Jesús nos alimenta con el doble pan de sus palabras y de su Cuerpo. Al comulgar, renovamos nuestra alianza (nuestro injerto en El) y nos comprometemos a vivir en comunión con los demás y participar en la construcción de la nueva cultura de la vida y del amor.

A nivel personal, debemos orar y reflexionar a la luz de la palabra de Jesús y de la misma vida. Por eso ahora, en la reunión de grupos, reflexionaremos hondamente; mientras tanto aprenderemos a orar en grupo ante el Santísimo, ante el Sagrario.

Porque la Eucaristía es el centro y fuente de toda la vida cristiana. Por eso, la oración ante el Sagrario, donde se conserva el Pan consagrado en la misa, verdadera presencia en signos de Cristo resucitado, nos llena con su savia para dar más fruto.

Orden sagrado. Por este sacramento, Cristo sigue presente en la Iglesia como PASTOR y SUMO SACERDOTE, como su CABEZA a través de sus ministros. Sacerdotes: HOMBRES-PUENTE, hombres como todos, necesitados de cariño, comprensión, perdón. Pero hombres - INSTRUMENTO, que hacen las veces del único Sacerdote, Cristo.
Hombres que, como Cristo, entregan totalmente su vida a UN SOLO AMOR: el de su comunidad. Renuncian a una familia para amar a todas las familias. Renuncian a tener hijos de su carne para que todos los llamemos PADRE...
¿Cuántas veces, tal vez, te has reído, criticado, despreciado a tus sacerdotes? ¿O no les has brindado tu cariño y amistad? ELLOS SON TUS HERMANOS, PERO TAMBIEN SON CRISTO PARA TODOS. Y si Dios te llamara, ¿estarías dispuesto a DARTE TODO, como ellos?
Por el sacramento del orden sagrado, son constituidos los obispos, sacerdotes y diáconos, al servicio del Pueblo de Dios, para que éste pueda cumplir la MISION encomendada por Jesús.
Fue a los apóstoles a quienes Jesús dió el mandato de construir la Iglesia y hacerlo en cada Eucaristía. Los pastores de la Iglesia, sus sucesores, constituyen por lo mismo el centro visible donde se ata, aquí en la tierra, la unidad de la Iglesia, nuestra unidad con Cristo en la única VID (DP.246-247)

Los pastores están dentro de la familia cristiana a su servicio. Son hermanos llamados a servir la vida que el Espíritu libremente suscita en los demás hermanos. Su autoridad es un servicio a la vida en comunidad de hermanos (DP.248-249).

Matrimonio. Cristo amó a su Iglesia y se entrego por ella (Ef.5, 21-33). Su amor es PARA SIEMPRE. Y ES FECUNDO: cada día nacen nuevos hijos de Dios, en el "seno maternal" del bautismo. Esta es la MISION de los ESPOSOS CRISTIANOS: ser TESTIGOS, por su AMOR FIEL Y FECUNDO, de la Alianza de amor entre Dios y los Hombres.
Para ello son CONSAGRADOS por el sacramento del matrimonio, que no es un trámite mas, ni un papel que legaliza el amor; sino el compromiso mutuo de aceptarse y aceptar la vocación que Dios les regala a lo largo de toda la vida. En este marco sagrado adquiere todo su valor la sexualidad, la maternidad y paternidad, la familia.
Prepararse seriamente para esta misión tan hermosa es fundamental. Cada familia cristiana debería ser una PEQUEÑA IGLESIA DOMESTICA, testigo del MUNDO NUEVO que estamos llamados a hacer, donde EL AMOR SEA LA UNICA LEY; y el DIALOGO, el SERVICIO MUTUO, la comprensión y el perdón sus manifestaciones diarias.
¿Entendemos ahora lo inhumano y trágico que resulta ese mismo amor de pareja, cuando se lo ensucia y corrompe, cuando se lo hace "excusa" para oprimir y cosificar al otro, cuando se lo convierte en mero instrumento de placer egoísta, en mera "técnica de cuerpos"?

Injertados en la vid que es Cristo, estamos llamados a dar muchos frutos. Esos frutos son las obras del amor. Por eso quiso también el Señor que el amor humano entre un hombre y una mujer, significara su propio amor por nosotros. Eso es lo que llamamos el sacramento del matrimonio.
Muchas veces, los novios se casan por la Iglesia sin comprender, más aún hay razones serias para pensar que esa celebración no está expresando la realidad de una pareja madura y responsablemente comprometida a vivir el signo del amor de Jesús.
Por eso sucede que muchas veces el matrimonio fracasa. Y tenemos que pensar que desde el comienzo nació fallado. A eso lo llamamos nulidad matrimonial.

Muchas parejas que tal vez se casaron por la Iglesia, con el correr del tiempo descubren la fé, descubren el sentido profundo de su pareja, y entonces empiezan a ser verdaderamente sacramento de Jesús; y también puede ocurrir que haya personas que divorciadas y vueltas a casar, en su nueva pareja empiecen a vivir esta realidad más profunda; hasta tanto no hagan el llamado juicio de nulidad, no podrán celebrar públicamente su unión, pero espiritualmente están llamados a vivir y a expresar esa comunión de amor que los une de una manera cada vez más profunda; podríamos hablar de un sacramento del matrimonio de deseo, como antiguamente se hablaba del bautismo de deseo en aquellos que preparándose para recibir este sacramento no lograban hacerlo porque en plena persecución daban su vida en el martirio, o bien por otra razón.
No estaba la celebración exterior, pero estaba ya la realidad interior de la gracia del Señor.

Unción de los enfermos. Cristo nos redimió con su cruz. Quiere estar también a nuestro lado cuando sufrimos el aguijón de la enfermedad o la vejez; para que unamos a El nuestro dolor y lo hagamos redentor (Sgo.5, l3-16).
Tal vez hayamos visto cómo se curan los gajos de un árbol. También nuestra vida espiritual puede enfermarse igual que la física. Cuando estamos enfermos del cuerpo muchas veces nos falta también la fortaleza interior, las ganas de luchar, el sentirnos acompañados y apoyados por nuestros amigos y hermanos.
También hay un sacramento destinado a aliviar a los enfermos, que hace presente en el signo de la unción con óleo, la oración de toda la comunidad, y sobre todo, el Espíritu de Jesús que anima y fortalece por dentro. Por la unción, el enfermo o anciano es CONSAGRADO como Cristo para la redención del mundo, y recibe la gracia necesaria para afrontar con serena esperanza ese trance difícil .
Ese es el sacramento de la Unción de los enfermos, mal llamado extremaunción, como si fuera la despedida, y es todo lo contrario, es acompañar con la fe y la oración de la comunidad al enfermo, pidiendo al Señor que lo libere de todo mal físico y espiritual.

Todos somos, pues, Iglesia, y todos somos responsables de su misión: sacramento de Cristo, lo hace visible en la historia de cada día, de cada pueblo, de cada generación (DP.220-223). Con medios humanos, con seres humanos pecadores y limitados, todos nosotros hacemos visible a Jesús, y proclamamos la llegada de su Reino (de paz, justicia y amor), y tratamos de construirlo con todos los demás hombres de buena voluntad (DP.226-231).

En definitiva, en cada comunidad cristiana, estamos llamados a ser testigos de la vida nueva que Jesús nos invita a vivir. No podemos ser ramas separadas, porque nos secamos.
De ahí la importancia que tendrá en nuestro cuarto día, nuestra inserción en la comunidad eclesial, nuestra participación en la Eucaristía de cada semana, nuestra vida compartida en reuniones de grupo de reflexión y oración, nuestro compromiso misionero en la comunidad, que tendremos que ir descubriendo poco a poco.

Justino Fernández
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